París

Viajar a París… llegar en tren desde Amsterdam… y en plena Navidad! Y es lo que tiene la Navidad, que aporta algo a cada ciudad. Y París, no iba a ser menos. Contrarrestar el frío con la estampa del gigantesco árbol que ponen frente a Notre Dame, un vino caliente en el inmenso mercadillo navideño de los Campos Elíseos o el ambiente tan especial que se crean en sus innumerables terrazas con ese gran invento de las estufas para exterior. En general, me gustó mucho, una ciudad única, pero quizás me esperaba más. Algo más de magia al pasear por sus calles, o sus barrios más emblemáticos. Lo cierto es que venía de Amsterdam y, sintiéndolo mucho por los “enamorados” de París, es una ciudad demasiado grande, con demasiada distancia entre sus lugares más interesantes y para mi, sin la magia de otras ciudades que he visitado, incluyendo la capital holandesa. No quiere decir que no recomiende visitar ésta ciudad, y para los amantes de la fotografía, es un grandísimo destino, pero sólo os daría un consejo. Alejaos de los estereotipos y no queráis hacer de vuestra visita a Paris, una segunda parte de la película Amelie. Si dejáis vuestro cuaderno de expectativas en blanco, sin duda os gustará la ciudad. Cada año, 10 turistas japoneses tienen que ser repatriados de urgencia por el shock que les provoca la ciudad. Se le conoce como el síndrome de París, en el que las grandes expectativas de la ciudad, hacen que el choque de realidad en el que se ven los turistas provoque una crisis nerviosa. Os aseguro que no me lo estoy inventado. (Síndrome de París).

Pero tranquilos, es un gran destino para viajar, y además recomendable, pero por favor, no os vayáis sin probar los maravillosos crepes franceses. De lo mejor del viaje, os lo aseguro!!

Disfrutad del destino, y por su puesto que lo recomiendo para viajar en vuestro viaje de novios. Y buscad a Cuasimodo en Notre Dame! Yo sólo vi su sombra!